jueves, marzo 24

Ningún pasado fue mejor… mi pequeño-burgués

La felicidad no se halla al hacer lo que uno piensa que quiere.
Tampoco se encuentra, queriendo lo que uno cree que hace.
La felicidad radica en hacer lo que uno tiene que hacer.

Parafraseando Memorias del Subdesarrollo

"Aquí todo sigue igual. No pasa nada. La misma escenografía. La misma ciudad de cartón piedra. El país ni es libre, ni es independiente. Se mantiene el mismo clima imperial".

– Ahh… pero el Soberano dijo basta… 


¿Si? ¿Y cómo es eso del "andar"…?

Miami sigue allí, interfiriendo junto con Washington.

Hoy algo pareciera distinto. Más ¿estamos realmente cambiando nosotros mismos o sólo las ciudades? Aquí sólo se habla de bichos y de bichas, de chusmería, de gente chusma. Este es un país que atrasa entre tanta sofistiquería y vulgaridad.

La clase media con su pasión por los productos imperialistas sólo piensa en que… “Todo eso ayuda mucho…”. Más artificialidad, buena ropa, buena comida, maquillajes. Se deja de ser chusma para convertirse cualquiera en algo más "presentable". Pero lo cierto es que, en las capas medias, muchos ya no resisten seguir viviendo así. No soportan ese panorama de la mediocridad y el deterioro.

Aquí ocurre que no te miran a los ojos, aquí hablan de todo un poquito. Y todo es un "si… si…". Sólo hablar de trajes, de lugares… particularmente los viernes… de medias y faldas ceñidas, preparadas para cualquier invitación. Primero habla el estomago, luego la diversión Después el miedo a enredarse en una relación… Pero, hay que salir a cazar algo de alguna manera…

Aquí no hay putas… Sólo “víctimas de la circunstancia”… de la necesidad… Son "ellos" los propasados, los que engañan, los que montan los cuernos. Ellas no… "ellas" caen en las trampas de quienes sólo tienen una sola idea fija… Bonchar, pasar el tiempo. Y ellas no quieren sólo pasar el tiempo… quieren compromisos en serio… formalidades…


Caracas, Valencia, Maracaibo, Barquisimeto, Puerto La Cruz… nunca dejaron de ser provincianas y sus procesiones las llevan por dentro. La capital… aquél “Pequeño París” desde los tiempos de Guzmán, era una excelente ridiculez de afrancesamiento chucuto. La nostalgica "ciudad de los techos rojos", era precisamente eso… un minimalismo de casitas de adobe y tejas. Luego vinieron los monstruos de concreto en desorden. Las Torres del Silencio, Parque Central y el Teresa Carreño. 

Pero este sigue siendo "simplemente" un país cerrado al turismo mundial como industria. Caracas no es las ilusiones de los centros comerciales, ni las apariencias de moda en el Country Club; ni es el Valle Arriba Golf Club, El Tanaguarena, Puerto Azul, Playa Azul, ni el Altamira Tennis Club, o Los Cortijos; ni es las bizarras urbanizaciones pequeño-burguesas del Este, donde viven los miembros de los partidos y de la confederación de trabajadores… Caracas, la capital, sigue siendo parroquiana. Y encima de eso, fuera de Caracas al interiorcomo dice el dicho, “todo es monte y culebra…”

Esa Venezuela cuarto-republicana fue un descuartizamiento y el pueblo seguía a la espera. Pero al país y a su pueblo, algo, alguien, los dejó destruidos… Y esa gente fantasmal se pasea por las tiendas… y compra, mientras otra igualmente se pasea, desea y se hace la loca o anda ya vuelta medio loca… Sólo le queda ver vitrinas, la televisión y sus incitaciones y mantener las esperanzas de ganar la lotería.

¿Que sentido tiene la vida para para esa gente por igual de clubes y vitrinas

¿Y para tí? 

Porque, tú no eres como ellos. 

No, qué va… Tu no eres como ellos… Nunca… Nunca. Jamás…


La plañidera escuálida y su "nunca jamás…"

Aquí hay gente que dice que está haciendo una revolución ¿Y qué? 

Pareciera que, en masa, fueran a retornar a la barbarie. Aquí lo que se va a pasar es más hambre… Como los cubanos… cuando mandaron al propio carajo al Tio Sam ¿Y qué? 

Tuvimos la primera industria petrolera y hierro hasta para regalar. Sin embargo, ahora estamos empobrecidos, cuando nos llovió dinero del oro negro hasta para aplicar tres planes Marshall. Hemos derrochado tres planes Marshall, cuando con uno solo se recuperó toda Europa, después de su segunda guerra "mundial".

Pero la clase media insiste en que ése no es su problema. Aunque reconozca que las cosas llegaron hasta un punto en que ya no se podía aguantar más… Juran y perjuran que fue el "perraje" que se lanzó a la calle. 

Uno no… Nosotros, la gente-gente, nunca nos hemos metido en política. Para eso están los políticos. Uno tiene la conciencia muy tranquila. Uno nunca ha sido corrupto. Uno lo que hace es trabajar, trabajar y trabajar como un animal. Como negro, para vivir como blanco…

Veamos en cambio a los americanos. Ellos sí que tienen todos los recursos técnicos, el "know how" para desarrollar cualquier economía… ¡Allí está Chile! Los norteamericanos son los que saben hacer las cosas. Saben cómo hacer que caminen, como lo hicieron con Chile. Sacaron a Allende. Montaron a Pinochet. Y santo remedio.

Claro, lo único que un mulato, que un latino no aguanta es pasar hambre… Pero es que ¡En realidad, desde que llegaron aquellos españoles genocidas al continente, el pueblo nunca ha comido! En el país se mueren diez niños diarios por desnutrición. Y mueren entre 90 y 145 personas semanalmente. Aquí hay una tremenda guerra civil bien disimulada, un racismo bien subterráneo y esas estadísticas no salen a flote a la luz pública. 

Lo que se vislumbra es el panorama de la decadencia… ¿Le gusta a uno esta vida? ¿Nos sentimos, cada día que pasa, más tranquilos? La pasividad o el peso muerto de esta oposición derrotista. Su lloriqueo permanente. Su sabotaje solapado que mana desde las feligresías… ¿Es esa la salvación?
  ¿Y acaso luce la población menos estúpida de arriba abajo? Uno va en el Metro y ve las caras con los ojos claros y sin vista… O las narices sumidas en los celulares. ¿Ahora todo va a ser distinto? 


No pensamos nunca que una partida de ilusos románticos llegaría al gobierno; que se enfrentarían a los oligarcas, a la burguesía intermediaria comerciante y monopolista, a sus ideólogos, a sus copeyanos y adecos… Nunca se pensó que estarían realmente en condiciones de poder tumbarlos y derrocarlos… Y ahora ¿sabes, acaso, que si no intervienes a lo mejor no podrás funcionar el día de mañana?

Pero no hablarán los corruptos que subordinan y dirigen

Pero, en realidad, la verdad de la clase oligárquica reside en sus criminales. Encontraremos, bajo la organización general de todos los cargos, dentro de las capas que la integran, una jerarquía de roles y funciones que sintetiza y compendia la división del trabajo social y moralmente alienado, dependiente de los intereses de la burguesía: los hombres y mujeres de la llamada "libre empresa", los intelectuales, los burócratas, los funcionarios diletantes, los sacerdotes, los sindicaleros, los políticos, los policías y los innumerables "hijos de buena familia".

Cada quien ejerce una labor específica. 

Sin embargo, es la totalidad de esas capas de subalternos a sueldo y asalariadas, dentro de la clase –entre sus estratos–; esa totalidad, lo que le proporciona el sentido a las actitudes individuales. Claro, aisladamente, cualquier criminal le causa horror y desprecio a la burguesía.

En toda sociedad capitalista existe, a la disposición de la burguesía, ese tipo de hombres y mujeres encargados de las muy variadas faenas. Pero en la división del trabajo moral, los criminales amparados permiten, por otro lado, la existencia de aquellos subordinados que no están en contacto directo con los actos delictivos y pueden sustentar, como individualidades separadas, sus almas limpias de culpabilidades…

Uno habla por sí mismo y por quienes piensen a favor de uno. Y quizás seamos los menos. Uno no habla por aquéllos que son miembros de los partidos, ni por sus choferes y guardaespaldas, ni por una serie de miserables ya reconocidos por todos como opinadores de oficio. Uno ni conoce a los corruptos… A uno lo que sencillamente le interesa es vivir su vida…

Si. Todos aparecen entonces como elementos dispersos de un sentido global, de una corresponsabilidad que nadie asume completamente.

Se defienden y defenderán los criminales aún convictos

En última instancia, uno no puede responder a conciencia por los demás. Porque cada quien responde por sí mismo. Sin embargo, parece que quisieran inculparlo a uno. Como si uno fuera el causante de toda la corrupción o de todas esas cosas. 

–Uno perfectamente tiene derecho a insistir en que su misión ha sido, en tal caso, moral. 

–Ni hemos empuñado un arma, ni antes ni después… 


–Ahora. Que uno se encuentre metido en el berenjenal de la corrupción, no quiere decir que uno sea otro corrupto o complice. 

–Uno ha sido apolítico toda su vida. Nunca ha tenido nada que ver con ningún partido…

Y así, la responsabilidad personal siempre se reguarda tras la particular actuación de cada quien. Cada uno se remite a su propia individualidad, cuando pretende alejarse de la miseria ajena que le contamina y vuelve cómplice. O se sumerge en su grupo o capa social, cuando tiene que ocultar su propia responsabilidad, contaminando entonces y descaradamente a todos los demás.

—Bueno, ya se ve. No es uno solo. Pertenecemos a una serie de partidos.

Así, podemos apreciar cómo toda esa responsabilidad rechazada en y por la totalidad, la devuelve y la reivindica un sólo miembro de la clase.

– No. Usted está insistiendo en la responsabilidad del partido, no en una causa mía.

En efecto, el criminal —caso extremo de la división del trabajo— recurre a la categoría de la totalidad, para reclamar su irresponsabilidad moral.

– No, no, no. Yo no estoy involucrado directamente en la corrupción.

Pero, en ninguno de esos seres hay una reivindicación de la verdadera relación dialéctica entre los individuos, grupos y capas sociales.

Los demás que actúan, junto a los corruptos, en la administración privada o pública, no se reconocen ni en sus actos en el sistema que les implica y vuelve cómplices.

R.I.P.

Y así, no hay "colorín-colorado" que valga, en las cuentas de los latifundistas y testaferros, en las razones desesperadas de los ideólogos, en las cesantías y libros de los diletantes intelectuales orgánicos, en la democracia "representativa" de los politólogos del eterno retorno conservador, en las extremaunciones de los sacerdos-sacerdotes…

¿Quién podría ver directamente, entre todo eso, la miserable muerte física y mental que, a través de ellos, se fue propagando a lo ancho y largo de todo el país? Las muertes por hambruna, por enfermedades, por torturas, por frustraciones, por la decadencia de generaciones desfasadas, que jamás pensaron que el Soberano Pueblo no sólo diría BASTA! y echaría a andar por la vía del trabajo y el estudio, invirtiendo los residuos del odio de esos otros nuevos marginales amargados de la Cuarta República "mil veces mejor que ésta", que viven del reconcomio en sus aspiraciones, sus esperanzas y su fe en que esto… éste "Rrrégimen", como suelen llamarlo, no es, ni sea una revolución, permanente.

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Memorias del Subdesarrollo, film cubano de 1968.
Dirigido por Tomás Gutiérrez Alea.